Durante los tres años de carrera de Magisterio Infantil, hemos oído mil y una veces que tenemos que partir de la realidad del niño, de lo cercano, de lo que vivencia día a día. Pues hoy es cuento una experiencia que creo que deja muy claro como los niños interiorizan aquellos aprendizajes que están más próximos a su realidad cotidiana, aquellos que pueden ver o manipular en su día a día.
Mi hermano, todavía no ha empezado el colegio y tampoco ha asistido a guardería en estos primeros años de vida. Pero aún así, con sus dos años y nueve meses, es capaz de reconocer todas las letras del alfabeto (en mayúsculas) y los números.
Resulta que mi hermano vive en la ciudad de Elche, donde cada autobús que presenta un recorrido distinto tiene asignado una letra. Un día, subió con su madre al autobús y ella le dijo este autobús es la letra «x» y va a «tal sitio». Y desde ese momento, todos los días que va a pasear por la calle, pregunta por la letra que lleva ese autobús y el destino que tiene. Al principio, él mismo preguntaba por estos dos aspectos, pero ahora mismo es capaz de reconocer la letra que tiene ese autobús e incluso, de decirte a dónde van algunas de esas «letras». De hecho luego en casa, juega con las letras que tiene (de esas que van en una alfombra de fieltro) diciendo a donde va cada letra.
Así, jugando con las letras y movido por su curiosidad, el peque es capaz de decirte «Es ese la E y va al hospital» y de reconocer las letras mayúsculas si se las escribes en un papel.
De hecho, el otro día bajamos a Alicante a dar una vuelta y se quedó fascinado al ver que en vez de letras, los autobuses tienen números, y nos fue preguntando tooodo el camino por cada autobús, jeje.
Bueno, aquí os dejo esta curiosa experiencia, donde queda demostrado que lo que nos llama la atención, nos motiva y nos divierte, lo aprendemos e interiorizamos de mejor forma.
Un besete!
Muy buena entrada, ¡felicidades!
Muchas gracias Luisa.